El apego, concepto que hace referencia al vínculo afectivo que se establece entre dos personas, ha sido y sigue siendo ampliamente estudiado en psicología, dada su especial relevancia en el desarrollo del ser humano.
El primero en introducir una “teoría del apego” fue Bowlby a principios de la segunda década del siglo XX, no obstante, para elaborarla se basó en observaciones realizadas con anterioridad, procedentes de diversos campos como la etología o el psicoanálisis. Por ello la “teoría del apego” se sustenta sobre bases biológicas, sociales, psicológicas y neurológicas.
Tal y como se define al comienzo, el apego denomina el vínculo especialmente intenso que una persona establece con otra para su seguridad y bienestar. En este sentido podemos destacar dos tipos de relaciones como las más representativas del apego: las relaciones de pareja y la relación del hijo con los padres, más concretamente el vínculo materno-filial.
A lo largo del artículo se tratará especialmente este segundo tipo de apego.
Vínculo Madre-Hijo
La importancia del contacto del bebé con su madre en los primeros meses del nacimiento y de los cuidados afectivos, más allá de los necesarios para la estricta supervivencia, quedó subrayada en 1935. En esta época salieron a la luz los estudios de René Splizt, el cual observó el desarrollo de niños huérfanos a los que únicamente se les proporcionaba hogar, alimento e higiene básica. Muchos de estos niños morían sin saber exactamente cual podía ser la causa. Ante este hecho se concluyó que la ausencia de la madre y la privación de contacto físico afectivo estarían causando un severo deterioro en el desarrollo de los bebés.
Basándose en datos como este, así como en la observación del comportamiento maternal de los animales, Bowlby afirmó que el vínculo de apego entre madre e hijo responde a una pauta instintiva y natural, indispensable para la supervivencia y correcto desarrollo de los hijos. Por tanto las conductas de aproximación y de reclamo de atención por parte del bebé, así como los mimos y cuidados por parte de la madre, estarían asentando la base para un crecimiento saludable tanto físico como psíquico. Por el contrario, si el vínculo de apego no se desarrolla de una manera segura y afectiva hay más probabilidad de desarrollar problemas psicológicos y sociales.
Estilos de apego
En función de los cuidados recibidos en los primeros años de vida, se observan distintos comportamientos de los niños, a grandes rasgos se clasifican en tres tipos de apego descritos a continuación.
Apego seguro
En el apego seguro los cuidadores del niño responden a sus demandas y necesidades. Son afectuosos y están disponibles para su hijo la mayor parte del tiempo. Estos niños recurren a sus cuidadores para evitar su miedo e inseguridad y dado que la respuesta es favorable aprenden a confiar y a desenvolverse con una base segura. Posteriormente son personas capaces de confiar en los demás, por lo que poseen facilidad para relacionarse y establecer relaciones íntimas gratificantes. A nivel personal, son más seguros, positivos y afectuosos.
Apego temeroso
En este caso los pequeños demuestran desinterés hacia sus cuidadores. En los momentos de angustia y malestar no reclaman la atención de los cuidadores ni buscan estrategias ni ayuda para paliar su malestar. Ello suele ser debido a que no han obtenido respuesta a sus demandas más tempranas. Se suele asociar a negligencia y abandono de los padres. Posteriormente son personas desconfiadas y negativas, sin la menor esperanza de poder conseguir lo que desean o poder ser ayudados, temerosos e incapaces de establecer relaciones interpersonales satisfactorias.
Apego ansioso-ambivalente
La conducta de estos niños ante lo cuidadores suele oscilar, desde la indiferencia y rechazo al reclamo. En momentos de malestar por separación muestran tanto comportamientos de apego, como rabietas, enojo y agresiones a sus cuidadores.
Suele responder a pautas de cuidado inconsistentes y negligencia de los padres. En muchos casos son niños que ante su reclamo temprano (llanto especialmente) han recibido a veces afecto y otras gritos y agresiones. Posteriormente serán incapaces de confiar, inseguros y ansiosos. Posiblemente intentarán buscar apoyo y aprobación de los demás pero de forma inadecuada, a veces incluso de modo agresivo.
Beneficios de un apego seguro de los «mimos»
La alta correlación observada entre problemas psicológicos y carencia de apego seguro, ha impulsado numerosas investigaciones sobre vínculos afectivos tempranos. En todas ellas, queda destacada la importancia de los primeros años de vida (e incluso los primeros segundos) en la posterior salud física y mental del ser humano.
Respecto a lo que entendemos por apego seguro, a grandes rasgos podríamos establecer tres áreas básicas de conducta:
- Contacto físico positivo ( mimos, besos, abrazos, caricias)
- Atención y respuesta rápida a las demandas del niño
- Presencia de los cuidadores y tiempo compartido con interacción y comunicación positiva ( las miradas, los juegos, las palabras, susurros y canciones…)
Entre todas estas conductas, la lactancia materna ha sido señalada como una experiencia esencial en el establecimiento del vínculo, ya que al hecho en sí de nutrir al hijo se une el contacto físico tan íntimo con la madre. No obstante, en aquellos casos en los que la lactancia materna no sea posible, la proximidad piel con piel y con el cuerpo del bebé sigue jugando un importante papel.
Otra práctica relacionada con el apego es el colecho, es decir, dormir en la misma cama con el hijo. Se trata de una opción más, cuya relación con el apego viene dada por la seguridad que se le trasmite al bebé al sentirse protegido y acompañado durante el sueño, así como por la proximidad física y la ternura que se establece al dormir junto a los padres. No obstante, no a todas las parejas les resulta cómodo o conveniente, ni es imprescindible para forjar un buen vínculo, siempre que el pequeño se sienta seguro y atendido durante la noche.
Como puede observarse, todas las prácticas definidas como indispensables para el apego, son aquellas que de manera natural suelen surgir ante un niño pequeño. Es decir, la naturaleza se asegura de que el bebé despierte en el adulto todo lo necesario para su crecimiento saludable y su bienestar.
En este sentido, teóricos e investigadores coinciden al afirmar que el establecimiento de un buen vínculo afectivo en la infancia, constituye la base para un carácter “resiliente”, es decir con capacidad para superar y afrontar rápidamente los problemas y situaciones adversas.
Del mismo modo, el apego seguro correlaciona con mayor inteligencia emocional y especialmente más capacidad para confiar y dar confianza a los demás, aspectos que actualmente se consideran decisivos para el éxito social e incluso laboral.
¿Por qué resultan tan decisivos estos tres primeros años de vida y por qué las conductas de apego dan lugar a estos rasgos en los adultos?
Los tres primeros años son importantes debido a que durante este periodo se produce un gran desarrollo del cerebro. Así pues, como veremos en el siguiente artículo, a la formación y desarrollo cerebral contribuye nuestro ambiente, conductas y estimulación recibida.
Por otro lado, en nuestros primeros años de vida empezamos a aprender cómo es, cómo funciona el mundo que nos rodea y qué podemos esperar de él. En función de esas primeras ideas vamos ajustando nuestro comportamiento. De tal modo, si desde pequeños sentimos que nuestras demandas son atendidas, que podemos confiar en los demás y que las relaciones sociales y afectivas son fuente de bienestar, posiblemente seremos personas sociables y afectuosas, con autoestima y seguridad para resolver conflictos.
En relación con esto último, y para finalizar, resulta interesante acercarnos a la antropología y referenciar un ejemplo de educación en apego entre los Arapesh. En dicha sociedad, estudiada por Margarett Mead, prevalecen los valores de generosidad y solidaridad. Son personas descritas como pacíficas, alegres y afectuosas. Otorgan especial importancia a la maternidad y a la infancia. Tanto padres como madres disfrutan de sus hijos, los miman y cuidan y el contacto físico con ellos es prácticamente permanente. Procuran que siempre haya cerca una figura de seguridad, bien otros familiares u otros miembros del poblado de confianza. Los niños aprenden desde pequeños que siempre hay alguien cerca a quien recurrir para pedir ayuda. Las madres consideran la lactancia como un momento de disfrute y juego para ambos, cantan, acarician, besan y juguetean con sus pequeños mientras les dan el pecho. Su educación basada en el respeto al niño, ternura, mimos y cuidados ha sido señalada como causa de este temperamento sociable, afectuoso, pacífico y sobre todo, aparentemente, feliz.
Nota: Según los estudios etnográficos de Margaret Mead esta tribu otorga especial relevancia a los niños y los educan con mucha ternura y cuidados. Una educación que podríamos definir como el prototipo de “apego seguro”. En la obra de Mead son descritos como felices, generosos y solidarios y este temperamento se relaciona con la educación que desde pequeños reciben. No obstante, el hecho de mencionar solamente estos datos puede llevar a una confusa idealización de sus costumbres, ya que a pesar de valorar la infancia, pueden llegar a dejar morir a niñas recién nacidas, si ya existen muchas en la familia. Es por ello que recomiendo al lector acudir a la fuente original si desea conocer más sobre los Arapesh y de ese modo extraer sus propias conclusiones.
Bibliografía
- Barudy, J; Dantagnan, M (2005) “Los buenos tratos en la infancia: Parentalidad, apego y resiliencia”. Gedisa: Barcelona.
- Bowbly, J (1998). “El apego”. Paidós.
- Mead, Margaret (2001) “Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas”. Paidós.
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Muchas gracias por escribir este artículo tan interesante.
Yo no tengo bebes, pero como experiencia personal, siempre me ha costado relacionarme con las personas; Esto se puede deber a la falta de contacto físico con mis padres. Gracias por este pequeño y tan beneficioso artículo.
Hola que bueno saber que existen muy buenos artículos sobre la relación de apego, yo estudio Psicología en la Universidad de la Habana y me ha sido de gran interés y ayuda su articulo, que bueno haberlo leído me siervio de mucho ya que tengo una asignatura para la cual estos artículos son de gran interés. Gracias por ser tan beneficioso e interesante.