¿Me estoy volviendo loco? La pregunta se repite varias veces en la consulta de psicólogos o psiquiatras. A veces se formula de maneras ligeramente distintas, en presente, o en futuro, pero esas palabras siempre contienen el inmenso miedo del paciente a que sus sensaciones y pensamientos sean síntoma de un trastorno grave que les haga perder la razón y el control de ellos mismos.
La ansiedad, tanto cuando se manifiesta de forma abrupta en modo de crisis de pánico, como cuando se establece crónicamente a lo largo de días o meses, desencadena una serie de sensaciones fisiológicas profundamente molestas, a las que, por lo general, acompañan pensamientos irracionales.
Las reacciones físicas, descritas numerosas veces, incluyen taquicardia, ahogo, angustia, escalofríos, temblores, etc. En los casos de pánico el paciente puede tener la sensación de que va a morir, de que va a sufrir un ataque cardiaco o que va a desmayarse inminentemente. Estos estados no suelen durar mucho pero el miedo a que se repitan puede provocar, mantener o agudizar un estado de ansiedad general.
La observación continua de los posibles síntomas, así como el miedo a sufrir un nuevo ataque, propician que en nuestro organismo se liberen diversas sensaciones que el paciente define como “extrañas”.
Hormigueos, escalofríos, dolores, parestesias, mareo continuo, son ejemplos de ellas, pero hay dos que destacan por ser especialmente temidas: la sensación de cierto desdoblamiento y la de irrealidad.
En efecto, tanto la ansiedad como la propia auto-observación continua provocan un estado de desconexión con lo que acontece a nuestro alrededor, una impresión de irrealidad en nuestro entorno; a veces incluso la percepción visual parece estar afectada por un velo onírico. La persona que lo padece puede estar haciendo algo (escuchando una conversación, caminando, trabajando) mientras que en paralelo llevará a cabo una permanente evaluación de sus síntomas, de su propio estado, de la veracidad de la situación, de la imagen que estará proyectando, etc.
Toda esa observación paralela impide una concentración plena en el presente y produce, lógicamente, una especie de desdoblamiento puesto que la persona al evaluarse se observa desde fuera, convirtiéndose en sujeto y objeto al mismo tiempo.
Asimismo en el proceso de dicho chequeo físico y mental en busca de síntomas, estos tienden a aparecer, por la simple observación y la ansiedad que ello conlleva.
Por otro lado es frecuente encontrar pensamientos irracionales, miedos e ideas extrañas de los que la propia persona suele asombrarse y reconocer su irracionalidad, pero que no obstante son temidos y recurrentes en su mente, llegando a convertirse en obsesiones.
Los estados de este tipo son profundamente aversivos y angustiosos, el paciente normalmente tiende a sentir que ya no es la misma persona, incluso que ya nunca volverá a serlo, y es entonces cuando comienzan los pensamientos sobre la locura o trastornos orgánicos irreversibles.
Evidentemente si unimos sensaciones desconocidas, molestas e incontrolables, percepción de irrealidad y pensamientos extraños es fácil entender que quien lo padece sienta un intenso miedo a padecer un trastorno mental severo. El miedo a la locura.
No ayuda nada en estos casos la búsqueda de síntomas por internet, ya que efectivamente, muchos síntomas psicóticos descritos sobre el papel o la pantalla pueden parecer idénticos a los de un trastorno de ansiedad. Sin embargo en la mayoría de los casos sencillamente estamos ante un cuadro ansioso, que aunque molesto y angustioso tiene buen pronóstico.
Por lo general existen una serie de características que son más propias de la ansiedad que de otro tipo de problema, por ejemplo el reconocimiento de la irracionalidad de los pensamientos y fobias, el miedo a la locura, el temor a la propia ansiedad, la auto-observación continua, o la capacidad para desempeñar tareas, aunque en paralelo se mantenga la evaluación de uno mismo. Al mismo tiempo, si se trata de ansiedad, los síntomas tienden a disminuir cuando nos ocupamos de manera activa en algo, mientras que aparecen ante la pasividad y la falta de ocupación.
No obstante el diagnóstico diferencial siempre debe hacerlo un profesional, el cual fácilmente distinguirá si se trata de ansiedad o un trastorno diferente y podrá ofrecer un tratamiento adecuado según el caso.
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Buenísimo. Los que padecemos de ansiedad lo sabemos
Muy bueno! Totalmente de acuerdo, me he sentido muy identificada.
Soy estudiante de psicología y me pasó lo mismo, buenísimo el artículo. Por suerte estoy mejor gracias a la medicación (antidepresivos ) y a la terapia que estoy llevando. Pero si en plena crisis pensé que estaba enferma que tenía una psicopatología grave, cuando estás en esa situación, piensas eso de que no volverás a ser la de antes, te estás autoexplorando constantemente, buscas tus síntomas en internet y eso no ayuda, y te entra el miedo, y mil cosas más.
¡Muchas gracias!