El miedo y los problemas de sueño en niños

Fotografía de Francisco Sánchez
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Los “problemas” de sueño en los niños no pertenecen únicamente a la primera infancia ni al periodo de adaptación a su cama, una vez pasada esta etapa, y probablemente años después de que el niño haya dormido sin problema de un tirón en su propia habitación, pueden aparecer dificultades para conciliar el sueño y miedos que generan en el niño la demanda de regresar al cuarto de los padres o de que ellos se vayan con él.

En estas situaciones la preocupación de los padres por la situación suele unirse a cierto desconcierto con que muchos lo viven: “pero si duerme solo desde bebé”; “con lo maduro que es ya ¿cómo le pasa esto ahora?”; “¿Puede ser que tenga más miedo ahora que cuando era más pequeño?”; y por supuesto que puede ser. De hecho, una mayor madurez suele estar asociada una mayor conciencia del peligro por lo que aparecen miedos, que aunque son irracionales o extremos, forman parte del desarrollo cognitivo en la infancia.

En estos casos los miedos pueden ser de diverso tipo: relacionados con películas o series de terror, miedo a que entren personas desconocidas en casa, miedos generados a raíz de escuchar alguna noticia como terrorismo o asesinatos, miedo a la muerte, etc. A todos estos cabe añadir un miedo fundamental, presente en casi todos los niños que padecen insomnio (así como en adultos). El miedo a no dormir; la angustia inmensa a la soledad y al silencio de la noche en la que todos los fantasmas mentales hacen su aparición.

Los pequeños que tienen problemas de sueño temen los alargados minutos o las horas de vacío y oscuridad en su cama o habitación, porque precisamente en esos momentos aparecen sus terrores más arraigados. Por ello la mayoría de niños que presentan este problema suelen ponerse nerviosos cuando se aproxima la hora de irse a la cama, demoran el tiempo hasta acostarse, siempre se levantan con cualquier excusa o enlentecen las rutinas previas a dormir.

Por lo general, los fines de semana o durante las vacaciones están más tranquilos y no existe tanta ansiedad ni insomnio, precisamente porque no está presente la obligación de dormirse pronto para madrugar.

En los días de diario, sin embargo, el momento de ir a dormir puede convertirse en una lucha con los padres e incluso aparecer llantos o rabietas.

Ante estos casos lo principal es entender que el niño no está retando a los padres; sencillamente tiene miedo a irse a la cama, a no conciliar el sueño y pasar ansiedad, por ello trata de alargar y alargar el momento.

Aunque siempre es recomendable acudir a un especialista que valore el caso y asesore de manera personalizada estas son algunas recomendaciones generales ante problemas de insomnio y miedo nocturno:

  • En primer lugar entender que el pequeño no elige tener miedo, ni  decide no poder dormir, por lo que enfadarse con él cuando demanda atención previa al sueño o en mitad de la noche no sirve más que para aumentar su nerviosismo.
  • Del mismo modo, exigirle dormir solamente acentúa su ansiedad impidiéndole conciliar el sueño. Dormir no es un acto voluntario, si así fuese ¿alguien elegiría ser insomne?
  • En este sentido se le debe restar importancia al dormir y al descanso. Muchos niños sienten miedo de no dormirse y estar cansados y no ser capaces de hacer nada al día siguiente. Esto añade angustia y dificultad para dormir. Es preferible transmitirles la idea de que no pasa nada por no dormir bien una noche.
  • Dentro de los límites que cada padres consideren apropiados se puede intentar flexibilizar el horario de irse a la cama. Eso sí, es muy importante que al menos una hora antes de hacerlo no haya estimulación visual de ordenador, móvil o videojuegos y preferiblemente tampoco de televisión. Ya que este tipo de iluminación interfiere con la conciliación del sueño.
  • Conversar con nuestro hijo, leerle cuentos, e incluso jugar con ellos es una buena forma de reducir su ansiedad y acabar el día.
  • Ante la demanda de dormir con los padres, la decisión de aceptar o no es una cuestión de elección personal. Las repercusiones positivas o negativas de esta decisión dependerán esencialmente de cómo esto afecte a la familia, pero no existe investigación científica rigurosa sobre este tema. De manera general si a los padres no les importa, no interfiere con su sueño, ni con su vida sexual, la ventaja de esta solución es que evitan el insomnio del pequeño y los despertares de todos. Como inconveniente se puede señalar que el niño o niña se acostumbre; no obstante esta “costumbre” termina desapareciendo conforme la edad exige mayor intimidad.
  • Otro problema podría ser que al llegar invitaciones a dormir fuera, viajes o excursiones, el pequeño, pese a desearlo, se las pierda por temor. Si bien es cierto que como en estos casos suelen estar acompañados el miedo disminuye. No obstante la adquisición de autonomía y la superación del miedo es imprescindible para que el temor no limite la vida del niño. En este sentido es recomendable que los padres inviten a amigos a dormir y posteriormente dejen, e incluso animen, a su hijo a dormir con amigos o a ir a excursiones.
  • Por último hablar de los miedos durante el día y racionalizarlos, sin que se conviertan en un tema central pero permitiendo que el pequeño los exprese y los analice a la luz del día como algo superable.

 


Psicología Puertollano, Ciudad Real


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